jueves, 1 de septiembre de 2016

QUE PODEMOS HACER PARA CONSERVAR LA FAUNA COLOMBIANA

Es importante conocer  un poco más acerca de nuestra fauna silvestre, sus características  físicas, hábitos y comportamientos para entender como interactúa  en un ecosistema y emprender acciones para su protección  y conservación. Debemos proteger los hábitats donde viven,  se reproducen, alimentan y duermen los animales silvestres,  de otra forma no será posible su supervivencia.

Se puede  hacer un manejo y disposición adecuados de los residuos  que a diario desechamos en nuestro hogar, reciclando productos  de papel, vidrio y plástico y separarándolos de los desechos  orgánicos para generar un menor impacto en el ambiente.

En trabajos de introducción intencional de especies así sean  con fines de control biológico, se deben realizar evaluaciones anticipadas teniendo en cuenta el impacto sobre la biodiversidad.

No compremos en Semana  Santa ramos hechos con la palma de cera que es el refugio  y el alimento del loro orejiamarillo y hace parte del bosque subandino.

Se debe denunciar  la posesión y venta de animales silvestres ante las autoridades  ambientales, pues generalmente muchos de éstos mueren en  condiciones lamentables de cautiverio y alimentación.

No  compremos animales silvestres para tenerlos como  mascotas, su tenencia nos puede acarrear enfermedades y/o agresiones  indeseables; mientras que en ellos se genera  estrés por  encierro, enfermedades y hasta la muerte. La fauna silvestre  no puede convivir de forma óptima con los humanos y es  mejor tener perros, gatos y otros animales domésticos que por evolución sí pueden compartir mucho con nosotros.

No  comprar y denunciar la venta de productos y  subproductos de la fauna silvestre como carne, huevos,  pieles, partes  del cuerpo, plumas, carteras, zapatos, cinturones,  accesorios ornamentales, esencias medicinales, etc. Se  pueden conocer  las necesidades y mejorar el nivel de vida  proponiendo alternativas viables para las comunidades que  comparten  su hábitat con la fauna silvestre, pues en muchos casos éstas  hacen un uso excesivo de este recurso que propende por  la disminución de las poblaciones animales.

Fomentar la  investigación científica de especies de fauna silvestre  y de ser posible, realizar seguimiento. Realizar censos de población de las especies amenazadas en zonas aun inexploradas  podría permitir aumentar las poblaciones y dedicar una  mayor atención para su conservación y manejo. Crear vedas  en centros de acopio, transporte y comercialización a la pesca de interés comercial y fomentar la pesca de consumo  durante los períodos de subienda y bajanza, para evitar  que se extraigan peces por debajo de las tallas establecidas.

Se deberían eliminar métodos de pesca altamente destructivos  como el uso de dinamita, taponamiento de fuentes hídricas, trasmallo y otros indiscriminados como la pesca de arrastre  que causa la muerte de muchos animales acuáticos. Es importante  ampliar las áreas de protección de las especies en peligro  y de ser posible, determinarlas como áreas prioritarias de conservación ya que la presión ejercida por cazadores,  comerciantes, colonos es muy alta y genera la fragmentación  de las poblaciones.

El fomento del ecoturismo  a través  de la destinación de fondos, ayuda a promover también la  investigación de la biología y poblaciones de las especies  silvestres amenazadas y de otras que conviven en su mismo  hábitat.





FLORA COLOMBINA

LAS ORQUÍDEAS:

Las orquídeas forman la mayor familia de plantas del mundo. Se estima que existen alrededor de 25.000 especies. En los países templados y fríos crecen sobre todo en el suelo, en cambio en las regiones tropicales, donde estas plantas alcanzan su máxima diversidad, la mayor parte de las especies crecen sobre los troncos y ramas de los árboles.

Las orquídeas han cautivado a la humanidad desde hace siglos. Entre las razones que se pueden citar para explicar esta fascinación, están la excepcional belleza y sensualidad de sus flores y el hecho de que muchas especies provengan de países lejanos y exóticos (al menos desde el punto de vista de los europeos). Y una razón más, producto de las dos anteriores, es el enorme precio que alcanzaron (sobre todo en el siglo XIX) las plantas traídas a Europa desde tierras lejanas.

Debido a este valor, se despertó una gran fiebre de recolección y exportación de orquídeas en los países tropicales. Esta explotación de las poblaciones silvestres alcanzó niveles sorprendentes, pues cada año se extraían de los bosques millones de plantas, hasta el punto de agotar poblaciones enteras de algunas especies.


La Flor Nacional de Colombia es una orquídea, la Cattleya trianaei, especie originaria del valle del alto Magdalena y frecuentemente cultivada en los jardines de casas de campo en climas calientes y templados.





ANFIBIOS DE COLOMBIA

733 especies, esta es la increíble cifra de anfibios de Colombia. La mayor parte de estos corresponden a ranas y sapos, junto con unas pocas salamandras y cecilias (animales parecidos a una lombriz de tierra).
Hace tan sólo 40 años no se conocía esta diversidad (el número de especies de anfibios registrados en 1970 sólo se aproximaba a las 300 especies). 
Colombia ha resultado ser una auténtica mina de oro para los estudiosos de las ranas.
Tras investigaciones cuidadosas que se han venido realizando en los últimos 30 años, se han venido descubriendo cada año decenas de nuevas especies. Puede afirmarse que ningún grupo de vertebrados terrestres es tan desconocido en Colombia como los anfibios. La mayor parte de los hallazgos se han hecho en las cordilleras andinas, donde muchas especies parecen tener limitada su distribución a una sola montaña o pequeña cuenca. Esto, sumado a la fragilidad general de los anfibios (por su piel permeable), los vuelve muy susceptibles a la extinción cuando un bosque es entresacado o talado por completo.